martes, 10 de junio de 2014

EL FINAL DEL TÚNEL


Si no fuese adicto al descanso,
más de uno habría de esconderse. 
Con tanto gusto les daría la mano
si a mí me llamasen muerte.





Es feliz el cadáver del yonki 
porque se ha librado de la tortura
de necesitar cada día su dosis
que le aparte de falsas corduras.

Desciende al abismo de la locura
contempla en silencio, no molestes.
Agradece la inconmensurable hermosura
del total vacío de imágenes en la mente.

Al fin paz, al fin descanso,
cesa la luz que me va matando.
Alucinaciones inexistentes para unos,
para mí, demonios que siguen volando.

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